Donde florece la esperanza: Puebla apuesta por espacios seguros para mujeres

En las calles de Puebla, hay lugares donde el miedo se transforma en fuerza. Son los Centros LIBRE – Casas Carmen Serdán, refugios construidos no solo con concreto y puertas, sino con confianza, sororidad y escucha.

Detrás de cada muro pintado con colores cálidos, hay historias que han encontrado un nuevo rumbo: mujeres que llegaron con angustia y hoy imparten talleres; adolescentes que entendieron que su voz también cuenta; niñas y niños que pueden volver a jugar sin temor.

Estos espacios, presentes ya en 18 puntos del estado, son parte de un modelo de atención integral que se ha convertido en un referente nacional, al ofrecer resguardo y herramientas reales para romper ciclos de violencia. En cada casa, un equipo multidisciplinario acompaña a quienes más lo necesitan con asesoría legal, terapia psicológica, atención médica y capacitación para el empleo.

Magaly, una usuaria del centro, lo resume con claridad: “Aquí por fin alguien me escuchó sin juzgarme. Me dijeron que yo también importaba”. Como ella, miles de mujeres han recibido ayuda real: desde febrero hasta julio de este año, se han registrado más de 34 mil atenciones, entre acompañamientos jurídicos, talleres de empoderamiento y protección directa a víctimas.

Además de la ayuda individual, las Casas Carmen Serdán son semilleros de comunidad. Redes de apoyo entre mujeres, espacios de formación, actividades para todas las edades, incluso alianzas con el sector empresarial, como el convenio con COPARMEX Puebla, para fortalecer la independencia económica de sus beneficiarias.

Para Alejandro Armenta, gobernador del estado, este proyecto representa una forma tangible de cuidar la paz:

“Acercar justicia y protección a cada rincón del estado es sembrar paz desde las raíces. Porque cuando una mujer se siente segura, toda la comunidad florece”.

En cada colonia donde hay una Casa Carmen Serdán, algo cambia. La confianza crece, las heridas sanan, y la esperanza se vuelve contagiosa. Porque cuando hay un lugar que abraza, escucha y fortalece, las mujeres no solo sobreviven: vuelven a vivir.

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