Cuando Taylor Swift cantó en Love Story que soñaba con un anillo y una promesa eterna, pocos imaginaron que 17 años después esa fantasía se transformaría en realidad. Travis Kelce, su ahora prometido, selló la historia con una pieza que ya está dando de qué hablar en el mundo de la joyería: un diamante de aire vintage con la calidez del oro amarillo.
La sortija, diseñada por Kindred Lubeck de Artifex Fine Jewelry en Nueva York, destaca por un diamante alargado de corte cojín de mina antigua, un estilo que remite a épocas pasadas y que hoy revive con fuerza en la alta joyería. Grabados delicados, dos diamantes adicionales y un acabado artesanal elevan el diseño a un símbolo cargado de significado.
Especialistas en el tema aseguran que la piedra oscila entre los 7 y 10 quilates, con un valor que podría superar el millón de dólares. Sin embargo, más allá de su precio, lo que fascina a los expertos es la manera en que el anillo refleja un romanticismo atemporal, con un brillo suave que se aleja del destello estridente típico de las tendencias actuales.
“Lo que hace único este anillo es la combinación entre el encanto vintage y un minimalismo moderno”, explicó Nilesh Rakholia, de Abelini Jewellery.
El llamado “efecto Taylor Swift” ya se deja sentir: joyeros de renombre aseguran que aumentarán las solicitudes de piezas con este corte antiguo y estética de reliquia. Es, en muchos sentidos, un regreso a lo esencial: la joya como símbolo íntimo, personal, imposible de asociar a un escaparate o a una marca.
Así, el compromiso de Taylor Swift no solo marca un capítulo nuevo en su vida personal, sino que también podría definir el rumbo de la joyería de compromiso en los próximos años: menos ostentación, más historia y significado.