En solo 224 días, Puebla ha marcado un precedente histórico: los feminicidios en la entidad han disminuido un 40 por ciento, gracias a un modelo de protección centrado en la cercanía, la atención especializada y la prevención.
Este logro no es casualidad. Responde a una estrategia clara, que ha priorizado el cuidado, la dignidad y la justicia para las mujeres en cada rincón del estado. Uno de los pilares más destacados de este modelo es la creación de Casas Carmen Serdán, espacios seguros y regionales donde las mujeres pueden acudir para recibir atención profesional sin tener que desplazarse a la capital.
Actualmente, ya están en operación 18 de las 27 casas proyectadas, una por cada microrregión del estado. Pero estos refugios no están solos: se enlazan directamente con los Centros LIBRE (Libertad, Igualdad, Bienestar, Redes y Emancipación), una iniciativa de atención integral que contempla desde asesoría jurídica y acompañamiento psicológico, hasta atención médica especializada y ministerios públicos con enfoque de género.

Este ecosistema de atención no solo busca responder a la violencia: quiere romper los círculos de impunidad y revictimización que durante años alejaron a las mujeres de la justicia. Ahora, la prioridad es que las víctimas puedan encontrar respuestas, respaldo y reconstrucción en un solo lugar.
“En esos centros se hace justicia; las mujeres víctimas de violencia no tienen que venir a la ciudad de Puebla. Ahí hay médica legista, ministerio público mujer, perito investigadora mujer, para que no se revictimice a quienes se acercan para protección”, expresó el gobernador de Puebla, Alejandro Armenta.
Con estas acciones, Puebla no solo está salvando vidas. Está reconstruyendo un nuevo pacto social donde la seguridad y el bienestar de las mujeres no son un ideal: son una realidad en marcha.